Experiencia de vida, transitar una enfermedad

Reflexión sobre el camino de recuperación de una enfermedad, muchos aprendizajes de vida.

Hace un tiempo atrás estuve súper enferma de la guata (panza), fue un gran desafío todo el proceso de recuperación. Por un exceso de auto exigencia, estrés, mucho trabajo. Estuve viviendo a un ritmo súper agitado durante varios años, me bajaron las defensas y a través del agua entró un parásito a mi cuerpo. Esa situación desencadenó una diarrea de casi un año. Nunca me había enfermado de nada y esto me dejó perpleja porque realmente no se me pasaba con nada. Sentía que siempre había tenido el control de mi cuerpo, pero ahora era mi cuerpo tomando el mando de lo que necesitaba. Desde hacía mucho tenía la idea de parar, de bajar el ritmo, pero una fuerza que se manifestaba como un mandato de vida no me permitía tomarme más tiempo para mí y parar un poco la intensidad de las responsabilidades y quehaceres diarios, había entrado en un estado de piloto automático y no tenía freno para parar. Sabía que me estaba exigiendo demasiado pero no sabía como salir de eso. Así que con todo lo que me estaba pasando sin poder controlarlo, el cuerpo solito me llevó a parar.

Para salir de esto, de verdad hice todo lo que estuvo a mi alcance, primero tuve que bajar las revoluciones porque simplemente no me daba para seguir igual que antes. Fui a médicos tradicionales, hice tratamientos, procedimientos de endoscopía, colonoscopía, miles de exámenes, tomaba remedios, y nada. De a poco comencé a ser consciente de mi proceso de sanación y transformación. Paré un poco y comencé a llegar a les doctores y terapeutas (de varias dimensiones) que resonaban con mi visión de vida, tuve que pedir ayuda y abrirme al cambio. Empecé a descansar más, a observar mis hábitos, a ser consciente de lo que necesitaba y a ocuparme más de mi alimentación.

Aunque todo fue muy desgastante y por momentos muy confuso y aterrador siento que fue un renacer que me conectaba desde otro lugar con la vida y con la forma de vivirla.

Ya venía hace un tiempo poniendo harto ojo en lo que comía y me hacía bien o mal. Comprendí que estar hinchada después de comer no era normal y se abrió el mundo del cuerpo y el intestino en todo su esplendor (tema que nunca me había interesado mucho), la microbiota (flora intestinal), la nutrición,  la comida cruda, germinada, fermentada, los probióticos, los prebióticos, los horarios, la gran importancia de tomar agua (que suena obvio pero yo tomaba super poca), de conocer y escuchar a mi cuerpo sobre lo que quiere comer, comencé a cocinar y a nutrir una parte importante de mi vida que tenía bastante abandonada, siempre por otras prioridades, pero la nutrición y alimentación era lo que me faltaba para habitarme desde el plano físico con más fuerza y facilidad.

Al intestino se le llama “el segundo cerebro”, actúa independiente del sistema nervioso central, influye en todo el bienestar general del cuerpo, se encuentra ahí un porcentaje muy alto del sistema inmunológico y hoy en día hay muchos científicxs y doctorxs tratando un sin fin de enfermedades nutriendo con bacterias buenas la flora intestinal para regular todos los sistemas del cuerpo. Obviamente cuando queremos hacer un cambio y no sabemos por donde partir, poner atención a nuestra alimentación y al estado de nuestro cuerpo puede ser un gran punto de partida. Claramente para poder seguir profundizando es importantísimo ocuparnos de nuestro cuerpo emocional, mental, los pendientes, las heridas que estamos arrastrando, mirarlas, darles atención, profundizar en las creencias, ver cuales me limitan o cuales expanden mi energía, observar los pensamientos, sanar los vínculos, meditar, conectar con nuestra naturaleza espiritual y pedir ayuda.

En mi experiencia pedir ayuda, sentir apoyo, me trajo la confianza que necesitaba para aceptar con paciencia todo el cambio de patrones y hábitos que necesitaba hacer para acercarme cada vez más a la vida que quiero y que me gusta vivir. Como terapeuta, soy testigo de esos procesos en las personas y esta vez me tocó vivirlo a mi desde el cuerpo, grandes aprendizajes saqué de esa experiencia que sigo entendiendo y resignificando hasta el día de hoy.

Creer que la verdad es una, que el camino es uno, que si tomamos nuevas formas algo muy malo puede pasar, son creencias que fueron quedando atrás. El miedo paralizante fue disolviéndose y se abrió el espacio para correr más riesgos y escuchar sobre todo infinitamente a mi cuerpa y seguir su energía hacia donde el bienestar nos guíe.

Sí a la vida con los brazos abiertos.

ESCRÍBEME TUS CONSULTAS

Nombre y Correo son campos obligatorios *

    Nombre:*
    Correo:*
    Teléfono
    Mensaje: